Odontología Holística

“Si no eres tu propio médico, eres un tonto”

Hipócrates

Entenderemos por odontología holística aquellos procedimientos dentales tendientes a soslayar el riesgo o reparar el daño provocado por trabajos odontológicos previos, los que han sido investigados, probados y debidamente documentados por odontólogos, médicos e investigadores en general, títulos que usted podrá revisar en las referencias bibliográficas al final de cada subtítulo de este capítulo.

AMALGAMAS1, 2, 3, 4, 5 ,6

La amalgama dental es aquel material metálico de color grisáceo-plateado, de tonalidad tanto brillante como opaco, utilizado principalmente como tapaduras o empastes en los dientes, aunque también han sido utilizadas para hacer coronas.

Eufemísticamente se las llama amalgamas de plata, debido a que este material está presente en la aleación metálica, sin embargo, el metal predominante es el mercurio, representando aproximadamente un 50% del contenido total, mientras que la plata, estaño, cobre y zinc, representan un 30-35%, 13-15%, 2-3% y 1%, respectivamente. Para quienes no lo sepan aún, el mercurio es uno de los metales más tóxicos que existen, tanto es así, que no existe límite de seguridad a su exposición de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los vapores de mercurio son liberados continua y paulatinamente desde las amalgamas hacia la cavidad bucal, estimándose una absorción diaria de mercurio de 12 µg/d (microgramos/día). Dicho tóxico es fácilmente absorbido vía pulmonar, pasando luego a la corriente sanguínea y distribuyéndose finalmente a los tejidos del cuerpo, principalmente en los tejidos diana, en donde el sistema nervioso central pareciera ser uno de los más afectados.

De la toxicidad y riesgos a exposición por mercurio se sabe desde hace tiempo y la información es abultada y de fácil acceso, más aún en los tiempos actuales. Sin embargo, nueva información continúa fluyendo. Así, evidencia adicional sugiere que las amalgamas están directamente relacionadas con la enfermedad liquenoide oral (protuberancias blanquecinas en la cavidad bucal), una patología mediada  por linfocitos-T (un tipo de glóbulo blanco, perteneciente a nuestro sistema de defensa).

De la contaminación accidental por mercurio que puede sufrir una persona, se estima que 2/3 de esa carga tóxica proviene de las amalgamas. En ese mismo sentido, la propia OMS ha señalado a las obturaciones de amalgama como la principal fuente de mercurio vaporizado e inorgánico, afectando a la población en general, siendo esta fuente de contaminación, superior a la proveniente de los alimentos (principalmente pescados), agua y aire. La misma organización antes mencionada ha señalado también que existe relación entre las amalgamas y los niveles de mercurio encontrados en cerebros de cuerpos sometidos a autopsia.

En línea con lo anterior, un estudio forense con 18 cadáveres publicado el año 2006, concluyó que los niveles de mercurio eran significativamente mayores en todos los tejidos evaluados, mientras mayor era la cantidad de amalgamas oclusales existentes, siendo más elevados en el tejido cerebral que en el renal y el tiroideo. Los dos principales autores del equipo que realizó esta investigación, son un odontólogo y un médico.

La siguiente fotografía extraída desde la fun-page de Facebook del odontólogo brasileño Ludmar Peixoto Jr., deja ver que los metales de una pequeña obturación de amalgama infiltran profundamente en la estructura del diente a través de la dentina pudiendo alcanzar incluso hasta la pulpa. El Dr. Ludmar señala a su vez como fuente de la imagen a la Facultad de Odontología de la Universidad de São Paulo.

Cabe mencionar que el procedimiento para la extracción segura de amalgamas debe cumplir ciertos requisitos en su operatoria.

Una de las varias páginas web sobre la materia, es www.mercuriados.org. De ella se extraen las siguientes citas antes de seguir avanzando:

En lo relativo a la ciencia, la autoridad de un millar
no es superior al humilde razonamiento de un hombre.

Galileo Galilei

Toda verdad pasa por tres fases. Primero, es ridiculizada.
Luego, recibe una violenta oposición. Finalmente,
es aceptada como evidente.

Arthur Schopenhauer

Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión.

José Ortega y Gasset

El mundo es un lugar peligroso, no por aquellos que hacen el mal,
sino por aquellos que miran y hacen nada.

Albert Einstein

El video de abajo, que puede ser visto libremente desde youtube.com, muestra la facilidad con que se vaporiza el mercurio. Está colgado junto con otros tres del mismos tenor, en la página web del odontólogo brasileño Dr. Ludmar Peixoto Jr. (www.dentistabiologico.com.br), quien se reconoce como dentista biológico a raíz de los procedimientos que lleva a cabo, como se mencionó en un comienzo. Es lo que otros llamarían odontología holística u odontología alternativa avanzada.

Siendo el mercurio un metal bastante nocivo para la salud, tenerlo en la boca formando parte de las amalgamas supone un riesgo evidente como ha sido señalado en diferentes fuentes. Por otra parte, tratándose de una sustancia peligrosa, el procedimiento de extracción de amalgamas debe respetar medidas de seguridad concretas, tanto para el paciente, como para el dentista y su equipo técnico de apoyo presente en la sala de procedimientos dentales. El vídeo a continuación, presentado por el odontólogo Griffin Cole, expone los cuidados y medidas a tomar en la consulta dental ante un procedimiento de extracción de amalgamas de mercurio.

REFERENCIAS

1. Clarkson T.W. 2002. “The three modern faces of mercury”. Environ Health Perspect. 2002;110(suppl 1):11–23.

2. Lorscheider L.F., Vimy MJ, Summers AO. 1995. “Mercury exposure from ‘silver’ tooth fillings: emerging evidence questions a traditional dental paradigm”. FASEB J. 1995; 9:504 –508.

3. Mark Richardson G. y Allan M. 1996. “A Monte Carlo assessment of mercury exposure and risks from dental amalgam”. Human Ecol Risk Assess. 1996; 2,4,709 –761.

4. World Health Organization. 1991. “Inorganic mercury: Environmental Health Criteria 118. International Programme on Chemical Safety”. Geneva: World Health Organization; 1991.

5.  Gianpaolo Guzzi, Marco Grandi, Cristina Cattaneo, Stefano Calza, Claudio Minoia, Anna Ronchi, Anna Gatti, y Gianluca Severi. 2006. “Dental Amalgam and Mercury Levels in Autopsy Tissues Food for Thought”. The American Journal of Forensic Medicine and Pathology. Volume 27, Number 1, marzo 2006.

6. Frank Jerome (DDS). 2000. “Tooth Truth”. New Century Press.

CAVIDADES1, 2, 3, 4, 5, 6

Los riesgos de poner amalgamas en la boca es un asunto muy bien documentado y del que se sabe hace bastante tiempo, a pesar de que muchos le dan la espalda a dicha información, por eso, no fue ninguna sorpresa seguir encontrando más y nuevos antecedentes al respecto, pero lo que sí me sorprendió, fue aprender sobre “cavidades” o “cavitations” como le llaman los odontólogos de habla inglesa que conocen este aspecto y lo tratan. Vamos al grano, o mejor dicho a la boca.

Cuando un diente permanente debe ser extraído, el procedimiento habitual no incluye la limpieza del alvéolo dentario (la cavidad ósea en la mandíbula donde se alojaba la parte inferior del diente) para eliminar los restos de tejido periodontal y cemento que pudiesen haber quedado adheridos en la pared del alvéolo una vez realizada la extracción. Cuando esto ocurre, es decir, no se elimina el tejido periodontal del alvéolo, fisiológicamente hablando, el hueso de la mandíbula “cree” que el diente aún está en su sitio, y entonces el alvéolo sólo se cierra superficialmente con tejido óseo dejando entonces una cavidad de tamaño variable en el lugar donde antes estuvo la raíz del diente extraído. El inconveniente con este asunto es que en nuestra boca habitan innumerables especies bacterianas de metabolismo dependiente de oxígeno (aerobias), y éstas quedan atrapadas en la cavidad, ahora sin oxígeno, las cuales debido a su capacidad facultativa, cambian su metabolismo a anaerobias para poder seguir subsistiendo y multiplicándose, pero bajo dicha condición, carente de oxígeno, son más virulentas producto de sus más nocivos desechos metabólicos. Lo anterior, puede ir generando una paulatina necrosis en el tejido óseo.

La literatura actual, dicen el médico-cirujano y abogado Thomas E. Levy y el odontólogo Hal A. Huggins, ambos estadounidenses, considera a este fenómeno de una ocurrencia bastante poco probable. Dicha anomalía puede llegar a tomar una variedad de distintos nombres: cavidades óseas de Ratner, cavidades óseas de Roberts, desencadenamiento de cavidades óseas (trigger point bone cavities), campos de interferencia, osteonecrosis cavitacional inductora de neuralgia (NICO) y patología ósea cavitacional alveolar.

Otrora, el influyente odontólogo estadounidense, reconocido además como uno de los fundadores de la odontología moderna en los Estados Unidos, Greene Vardiman Black (1836-1915),  describió la patología de cavidades hacia 1915 como una típica necrosis ósea en aquellos huecos que se originaban en antiguos sitios de extracción dental. El Dr. Black denominó osteitis crónica a dicho proceso patológico, e indicó la manera quirúrgica de tratar dichas lesiones, que consistía básicamente en perforar la relativamente delgada capa ósea superior en el viejo sitio de extracción para luego proceder al desbridamiento, es decir, limpieza de las paredes de la cavidad que alguna vez formó parte de un alvéolo dentario, hasta que toda conformación necrótica fuese eliminada hasta alcanzar el tejido óseo sano.

La duda se había sembrado entonces en Levy y Huggins (1996), señalando además, que la evidencia sugería que la presencia de cavidades es mucho más común de lo que se piensa. De esta manera, se decidieron a estudiar clínicamente a 112 pacientes, de entre 19 a 83 años, aleatoriamente escogidos y atendidos en el centro dental del odontólogo Hal A. Huggins (Huggins Diagnostic Center en los EE.UU.), entre los años 1991 y 1995, para determinar la verdadera incidencia de cavidades en viejos sitios de extracción de dientes. Por lo demás, los investigadores tenían la corazonada que la presencia de cavidades podía estar relacionada o ser la causa principal de varias enfermedades. Los resultados del estudio fueron sorprendentes.

La exploración física encontró cavidades en 313 de 354 sitios de extracción de terceros molares (muelas del juicio), es decir, una incidencia del 88%. Para el caso de segundos y primeros molares, la incidencia fue de 70% y 82%, respectivamente. En términos generales, la prospección dental encontró cavidades en 441 sitios de extracción de molares de un total de 517, lo que equivale a un 85% de incidencia.

En el caso de caninos, incisivos y pre-molares, hubo un 58% de incidencia de cavidades en los sitios de extracción del maxilar superior, y un 45% en el maxilar inferior.  Los autores del estudio también señalan que, considerando que las cavidades más pequeñas podrían no haber sido detectadas, las cifras que dan cuenta de los resultados obtenidos deberían ser consideradas como conservadoras, es decir, la verdadera incidencia de cavidades podría ser aún mayor.

Los autores también señalan que es necesario considerar algunos aspectos:

  • Las cavidades comúnmente no se aprecian en las imágenes por rayos X.
  • A raíz de lo anterior, es necesaria la exploración manual de cavidades mediante taladro dental.
  • Siendo un procedimiento a ciegas, una mayor probabilidad de éxito en la detección de cavidades se logrará en la medida que se gane experiencia. Un ángulo de ataque equivocado y se puede pasar por alto una cavidad grande, e incluso un operador experimentado puede pasar por alto una cavidad pequeña.
  • El tamaño de una cavidad puede ser minúscula o ser más grande que un centímetro cúbico.
  • A veces, sitios de extracción adyacente forman una sola cavidad prolongada, es decir, de un volumen bastante significativo. En este mismo sentido, en los pacientes edéntulos (sin dentes) cuyas extracciones fueron realizadas sin remover el tejido periodontal del alvéolo después de la extracción, es muy probable encontrar largas cavidades en forma de canal.
  • Si bien un paciente puede haber olvidado que le fueron extraídos sus terceros molares, también puede ocurrir que remanentes vestigiales de dientes que no alcanzaron a desarrollarse y emerger, puedan formar cavidades, e incluso encontrarse en sitios potenciales para el desarrollo de molares supernumerarios.
  • La principal razón para no encontrar cavidades es no buscarlas. La mayoría de los cirujano-dentistas que están conscientes que una cavidad puede ocurrir en un sitio de extracción, persisten en pensar que si no se muestran en las imágenes por rayos X, entonces no las hay. Tampoco suelen ser detectadas en imágenes por resonancia magnética (IRM), tomografía computarizada (TC) o escaneo de huesos con radioisótopos, excepto con tecnecio-99, siendo entonces la detección mediante imagenología la excepción en vez de la regla.
  • Actualmente la tomografía computarizada de haz cónico es el medio de elección para la detección de procesos necróticos en el tejido óseo maxilar-mandibular.

La siguiente imagen proveniente de una tomografía computarizada de haz cónico, muestra un área hipodensa en la zona indicada con una flecha, sugerente de una cavidad de aproximadamente 3 mm x 4 mm en el sitio de extracción de un tercer molar ocurrido hace muchos años. Posteriormente en su consulta dental en São Paulo, el Dr. Ludmar, utilizando un aurámetro de Cameron, coincide con la apreciación de la TC de haz cónico debido al notorio comportamiento del aurámetro para el análisis de dos toxinas que se producen en una cavidad debido a la presencia de microorganismos anaerobios patogénicos. Dicha cavidad fue exitosamente tratada por el Dr. Ludmar mediante un procedimiento quirúrgico especializado. Fuente: Gino Pizarro Milanesi. Tomografía computarizada de haz cónico, propia. Informada por la odonto-radióloga Magdalena Holmberg Pavez.

A raíz de los resultados obtenidos, los autores del mencionado estudio insisten en aclarar que la presencia de cavidades no es un evento de rara ocurrencia, sino que derechamente bastante común.

Entonces, para evitar la formación de cavidades una vez extraído un diente, es preciso limpiar bien la pared del alvéolo con una fresa de desgaste de determinadas características, de manera de retirar todo vestigio de tejido periodontal. Y en el caso de búsqueda de cavidades ya formadas, después de encontradas al perforar la tapa ósea sobre ellas, el procedimiento a seguir es similar. La habilidad y experiencia del profesional es importante, porque si el ángulo de ataque no es el apropiado, la cavidad puede ser pasada por alto.

Si bien la extracción de dientes sin remoción de tejido periodontal conlleva una alta probabilidad de presencia posterior de cavidades, un odontólogo experimentado en búsqueda y tratamiento de cavidades sabrá qué otros aspectos considerar en el historial dental del paciente que pudiesen también ser elementos que contribuyan a la presencia de cavidades. Sin embargo, hay un aspecto de tremenda incidencia: la remoción de los terceros molares (muelas del juicio). Para aquellos que les hayan sido extraídos los cuatro terceros molares, al menos tendrán tres cavidades, y muchos tendrán cuatro, señalan Levy (MD) y Huggins (DDS).

Los cambios en la sintomatología y parámetros de laboratorio de muchos pacientes tratados por los investigadores antes señalados, indican que la presencia de cavidades impacta negativamente en el sistema inmune, junto con cualquier otro elemento o aspecto tóxico utilizado en ciertos procedimientos odontológicos, tales como el uso de metales pesados. Aunque la presencia de cavidades puede llegar a ser determinante en la salud de la persona dependiendo de su número y tamaño, pareciera ser que el uso de metales pesados en odontología juega el rol principal en el compromiso o colapso del sistema inmunológico, siendo las cavidades, excepto cuando están presentes en gran número, más bien un factor que impide la recuperación del sistema inmune que ser la causa primaria de su colapso. Esto hace a las cavidades dentales particularmente perniciosas e insidiosas en sus efectos sobre la salud, porque a raíz de lo anterior, muchas personas entre 40-60 años simplemente aceptan la aparición de enfermedades crónicas como un proceso inevitable y sin solución.

FIGURA 8. Presencia de cavidad (hollow cavity) afectando un nervio y presencia de proceso infeccioso provocando una fístula en el tejido óseo. Fuente: página web del odontólogo Dr. Ludmar Peixoto Jr. (www.dentistabiologico.com.br)

Si las cavidades fuesen rutinariamente revisadas, el sistema inmune podría recuperarse mucho más efectivamente de los “golpes” acaecidos. Desde luego, la mirada preventiva debiese ser siempre el objetivo primordial, por lo que evitar la formación de cavidades en un procedimiento de extracción dental al usar la técnica adecuada de remoción de tejido periodontal en las paredes del alvéolo, representa la situación óptima en dicho caso, y debiese ser el estándar en tales procedimientos, sin embargo, no lo es.

Agregan Levy y Huggins: “Muchos de los pacientes afectados con patologías neurológicas, tales como esclerosis múltiple, enfermedad de Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y enfermedad de Parkinson, mostraron las mejoras más notables en sus estatus clínicos y de parámetros de laboratorio, cuando la revisión y tratamiento de cavidades, se adicionaba al protocolo de tratamiento dental de los pacientes. Asimismo, en pacientes con enfermedad de Parkinson y ELA que no respondían al tratamiento odontológico de remoción de amalgamas y de dientes con endodoncia (tratamiento de conductos radiculares), tuvieron luego una destacable mejoría clínica y en los exámenes de laboratorio cuando se les sometió a la pesquisa y tratamiento de cavidades. A veces los aspectos en la mejora clínica tomaban la forma de una progresión más lenta en la enfermedad, especialmente en ELA, que es un aporte que muchos pacientes con dicha patología aceptarían gustosos”

Al terminar este subtítulo, me gustaría citar textualmente traducido desde el inglés, las palabras del editor de la publicación científica de Levy y Huggins (1996), para rescatar la necesidad de una mirada más integral del cuerpo humano en la enfermedad, o mejor aún en la prevención, en vez de la tan compartimentalizada visión que se tiene de él en los tiempos actuales: “Este manuscrito está dirigido a los cirujano-dentistas. Se describe en él un fenómeno patológico poco conocido que es extremadamente importante en la salud general de muchos pacientes con una diversidad de enfermedades a las cuales normalmente no se las relaciona con un origen dental. Considerando que hay una creciente necesidad para que los profesionales de la salud puedan ayudar aún más en sus respectivas disciplinas, este trabajo debería ser también valioso para los médico-cirujanos”.

FIGURA 9. Odontólogo estadounidense Greene Vardiman Black (1836-1915).

REFERENCIAS

1. Thomas E. Levy (MD) y Hul A. Huggins (DDS). 1996. “Routine dental extractions routinely produce cavitations”. Journal of Advancement in Medicine, Volume 9, Number 4, Winter 1996.

2. Black G. V. 1915. “A Work on Special Dental Pathology”. Chicago, Medico-Dental Publishing Co. 1915.

3. Bouquot J.E. y Christian J. 1995. “Long-term effects of jawbone curettage on the pain of facial neuralgia”. Journal of Oral and Maxillofacial Surgery, 1995;53:387-397.

4. Roberts A.M. y Person P. “Etiology and treatment of idiopathic trigeminal and facial neuralgias”. Oral Surgery, Oral Medicine, Oral Pathology, and Oral Radiology, 1979;48:298-308.

5. Ratner E.J., Person P., Kleinman D. J. “Jawbone cavities and trigeminal and atypical facial neuralgias”. Oral Surgery, Oral Medicine, Oral Pathology, and Oral Radiology 1979;48:3-20.

6. Frank Jerome (DDS). 2000. “Tooth Truth”. New Century Press.

ENDODONCIAS1, 2, 3, 4

Desde luego a ninguna persona le gusta someterse a un procedimiento dental, y las endodoncias (tratamientos de conductos radiculares) no son la excepción, pero si el diente duele permanentemente, está infectado, dañado irreversiblemente y no sana, la sugerencia profesional será probablemente someterlo a una endodoncia, y los pacientes no cuestionarán dicho procedimiento por desconocimiento.

El odontólogo Robert Kulacz y el médico-cirujano y abogado Thomas E. Levy (2014), señalan derechamente que las endodoncias son un cuestionable y potencialmente peligroso procedimiento que podría minar seriamente la salud. 

En lugar de resolver un problema, las endodoncias introducen un flujo constante de peligrosas toxinas en el cuerpo, y por otro lado dichos dientes nunca serán estériles y por ende llegan a ser una fuente permanente de patógenos (bacterias) diseminándose por el cuerpo, y que pueden desencadenar o empeorar patologías cardíacas, pulmonares, diabetes, osteoporosis e incluso favorecer el desarrollo del cáncer.

En este mismo sentido, otro odontólogo, el Dr. Frank Jerome (2000), señala en su notable libro “Tooth Truth”, escrito para que el común de las personas pueda entender los procedimientos normalmente realizados por los odontólogos y sus riesgos, que las endodoncias son un diente muerto, y que muchas veces, al cambiar con el tiempo a una coloración marrón u oscura, eufémicamente se les llama desvitalizados, pero lo cierto es que es un diente muerto, y un diente muerto es un órgano muerto. Por si no lo sabía, un diente es un órgano, otro más como cualquiera de los tantos en nuestro cuerpo. Pues bien, continúa el profesional mencionado, al cuerpo no le gustan los órganos muertos, y trata por ende de eliminarlos o combatirlos de alguna manera; entonces cuando el diente muerto permanece en su lugar, puede y de hecho afecta, en diferentes grados, al sistema inmunológico. ¿Qué hace un médico cuando muere un órgano en nuestro cuerpo? Lo extirpa sin dudarlo, pero cuando se trata de un diente, lo dejamos.

Por otro lado, una vez limpias las raíces del diente de todo constituyente pulpar (venas, arterias, nervios), son comúnmente rellenadas con gutta percha, un material gomoso que contiene 15% de bario, un metal tóxico, el cual se adiciona a la fórmula para que el procedimiento realizado sea visto posteriormente en las imágenes por rayos X.

Otro tratamiento utilizado aunque menos común que la gutta percha, es el denominado “Sargenti”, entre cuyos componentes están el formaldehido y el plomo, ambos, marcadamente tóxicos. Fórmulas más nuevas ya no contienen plomo, según dicen, en palabras del Dr. Jerome, pero muchos ya tienen en sus bocas el material original producto de viejas endodoncias.

En la página web de la terapia Gerson, institución con instalaciones en EE.UU. y México que ofrece terapia holística para mejorar la salud, se señala que: “el odontólogo estadounidense Weston Price, según se informa por George Meinig, otro odontólogo autor del libro ‘Root canal cover-up’ (algo así como ‘El encubrimiento en torno a las endodoncias’), sugiere una directa relación entre supresión inmunológica y la presencia de dientes con endodoncia. A su vez, este postulado es empíricamente apoyado por Joseph Issels quien señalaba que el 90% de los pacientes con cáncer que acudían a él en busca de terapia tenían endodoncias. El Dr. Issels, médico-cirujano de origen alemán  que desarrolló un método de terapia alternativa para tratar y curar el cáncer, señalaba que no vio jamás a un solo paciente con cáncer superar la enfermedad si perseveraba en mantener sus dientes con tratamientos de conductos radiculares (endodoncias)”.

En efecto, en su libro el Dr. Meinig señala que las bacterias quedan atrapadas en el interior del diente con endodoncia pudiendo infectar posteriormente cualquier órgano del cuerpo e incluso poner en riesgo a una mujer embarazada. El autor cita a otro odontólogo ya mencionado, el Dr. Weston A. Price quien en un estudio sobre el impacto de las endodoncias que se prolongó por 25 años con el auspicio de la Asociación Estadounidense de Odontología (ADA), descubrió las infecciones que emanaban desde las endodoncias. El trabajo fue finalmente encubierto y nunca llegó a ser conocido.

A continuación se expone el documental del año 2019 “Root Cause” (causa raíz) del cineasta Frazer Bailey, exponiendo los riesgos de los tratamientos de endodoncia también llamados tratamientos de conductos radiculares. En el vídeo participan los médicos David Minkoff, Greg Emerson, Thomas Levy (cardiólogo), Thomas Rau, Jerry Tennant; los odontólogos Stuart Nunnally, Lane Freeman, Gerald H. Smith, Mark A. Breiner, Candice Owen, audios del fallecido Dr. Hal Huggins; y los especialistas en salud Dawn Ewing (PhD) y Joseph Mercola, entre otros. Al comienzo y al final, el sonido se pierde sólo por unos instantes pero los subtítulos en español se mantienen.

REFERENCIAS 

1. Robert Kulacz (DDS) y Thomas E. Levy (MD, JD). 2014. “The Toxic Tooth: How a root canal could be making you sick”. Medfox Publishing.

2. Frank Jerome (DDS). 2000. “Tooth Truth. New Century Press.

3. Naghmeh Aminzadeh, Shahram Azimi y Moslem Hagh Shenas. 2006. “Component Analysis of Four Commercial Brands of Gutta-Percha”. Iranian Endodontic Journal, (IEJ) -Volume 1, Number 2, Summer 2006.

4. George E. Meinig (DDS). 2008. “Root Canal Cover-Up”. Price Pottenger Nutrition.

RADIACTIVIDAD1, 2, 3

El odontólogo Frank Jerome, antes citado, señala: “la biocompatibilidad (es decir, el uso de materiales inocuos o que no afectarán al organismo en absoluto), no era un concepto bien comprendido cuando el mercurio se introdujo en las amalgamas para ser usado en tapaduras dentales. La ignorancia de la ley natural (causa y efecto) puede significar un alto precio a pagar. Ser ignorante de la ley de gravedad no evitará que caigas si te lanzas al vacío, así como la ignorancia acerca de los materiales tóxicos usados en odontología no te salvará de ser intoxicado. El torio, un elemento químico, era usado para empastes dentales hacia 1860 en los EE.UU. Nadie sabía por ese entonces que era radiactivo porque la radiactividad aún no se descubría. Las personas que fueron sometidas a tales tapaduras pagaron con el acortamiento de sus vidas. Tales prácticas que acortan la vida están aún en uso el día de hoy a pesar del conocimiento moderno del efecto de ciertos materiales involucrados en dichos procedimientos”.

En marzo del año 2000, el investigador sueco Ulf Bengtsson, publicó en Bio-Probe Newsletter, un medio de divulgación técnico-científico de la International Academy of Oral Medicine and Toxicology (IAOMT), que había encontrado 35 referencias de materiales radiactivos usados en odontología. Los fabricantes no informan de que tales materiales están siendo usados en sus productos dentales porque esta forma de vender es permitida por la autoridad de salud de los EE.UU., la FDA (Food and Drug Administration), señalaba el Dr. Jerome op cit hacia el año 2000.

La única manera de saber si un elemento radiactivo fue usado en la fabricación de un determinado material, es hacer un análisis químico. Sin embargo, más allá de la identificación del elemento radiactivo en particular que pudiese estar presente en algún material dental o cualquier otro que deseemos usar permanentemente en el cuerpo, lo que necesitamos saber es si hay o no radiactividad presente. En ese sentido, un instrumento detector de radiactividad llamado contador Geiger-Müller resulta de utilidad, y si bien no es como comprar un kilo de pan, tampoco su precio es prohibitivo al nivel de que odontólogos, laboratorios independientes, establecimientos de salud y las autoridades de salud centrales y regionales puedan contar con ellos.

Luego de conseguir material dental variado, se llevó a cabo una evaluación de radiactividad entre diciembre del 2017 y enero del 2018, cuyas mediciones se sometieron a una prueba de comparación estadística por computador para objetivizar los resultados obtenidos. La radiactividad del material dental fue comparada con la emisión radiactiva de material de uso doméstico y la contaminación de fondo, es decir, la radiactividad que normalmente existe en el ambiente en el mismo lugar en donde se llevaron a cabo las mediciones. Cabe señalar que en cualquier lugar habrá siempre cierto nivel de radiactividad, por ende las mediciones con un contador Geiger-Müller jamás darán cero.

El marco conceptual del estudio fue el siguiente:

Usando un contador Geiger-Müller, se midió la radiactividad de los materiales dentales y de uso común, así como la contaminación de fondo, disponiéndolos directamente sobre la ventana de medición del instrumento, protegiéndola previamente con un delgado film plástico de polietileno de baja densidad, siguiendo el procedimiento que la Dra. Hulda Regehr Clark (2007) señala en su libro.

El test estadístico usado para la inferencia fue un análisis de varianza (ANOVA) con una prueba de comparación múltiple de Duncan con un nivel de significancia del 5%. De este modo, se compararon las medias de las variables independientes “contaminación de fondo”, “materiales dentales varios” y “materiales metálicos de uso doméstico”.

Debido a la naturaleza aleatoria de las emisiones radiactivas, se dio un tiempo prudente de 50 minutos a cada medición, de manera de disminuir el error estadístico y estabilizar las varianzas en el posterior análisis estadístico para la inferencia.

El resumen de la estructura del ensayo es el siguiente:

  • Instrumento: Contador Geiger-Müller, nuevo, marca S.E. International, modelo Radiation Alert Ranger, de procedencia estadounidense.
  • El instrumento se encontraba dentro del año de calibración indicado por el fabricante.
  • Material dental utilizado en las mediciones: incrustación de amalgama, estructura de cromo-cobalto de una prótesis y dientes postizos.
  • Material doméstico usado en las mediciones: monedas metálicas, pinzas comunes y adaptador BNC.
  • Unidad de medición: cuentas en 50 minutos.
  • Variable dependiente: radiactividad.
  • Variables independientes (tratamientos): materiales dentales, contaminación de fondo, materiales metálicos de uso doméstico.
  • N = 6 repeticiones en cada grupo de tratamiento.
  • Pruebas de inferencia estadística: ANOVA con comparación múltiple de Duncan.
  • Prueba de homogenidad de varianzas de Levene.
  • Significancia en ambos casos (α): 5%.
  • Software estadístico: IBM® SPSS® Statistics, versión 23.
  • H0: No existen diferencias significativas entre las medias de radiactividad del materia dental, la contaminación de fondo y materiales metálicos domésticos.
  • H1: Existen diferencias significativas estadísticas entre la radiactividad media del material dental, la contaminación de fondo y material metálico doméstico.
  • Resultado: se rechaza H0 y se acoge H1.
Contaminación de fondo Materiales dentales Materiales metálicos domésticos
Fecha y hora Cuentas en 50 min CPM Fecha y hora Cuentas en 50 min CPM Fecha y hora Cuentas en 50 min CPM
26.12.17; 11:50 3034 50,57 28.12.17; 9:36 3263 54,38 08.01.18; 17:12 2791 46,52
27.12.17; 15:40 3030 50,5 28.12.17; 10:26 3228 53,8 08.01.18; 18:02 2783 46,38
27.12.17; 16:31 3061 51,02 28.12.17; 11:17 3216 53,6 08.01.18; 18:53 2854 47,57
27.12.17; 17:23 3096 51,6 28.12.17; 12:07 3223 53,72 09.01.18; 9:03 2788 46,47
27.12.17; 18:14 3095 51,58 28.12.17; 16:51 3265 54,42 09.01.18; 9:53 2821 47,02
27.12.17; 19:05 3083 51,38 28.12.17; 17:42 3274 54,57 09.01.18; 10:45 2863 47,72

CUADRO 1. Resumen de las mediciones de radiactividad en material dental, material doméstico y contaminación de fondo. FUENTE: elaboración propia.

Los resultados de las mediciones y su evaluación estadística no dejaban lugar a dudas. Hay diferencias significativas entre la radiactividad emitida por el material dental y la contaminación de fondo, y entre el material dental y el material doméstico, siendo siempre superior el promedio de radiactividad del material dental. La diferencia estadística entre promedios se mantenía incluso si la significancia se bajaba a 1%, esto quiere decir que efectivamente la radiactividad emitida por el material dental es superior a la contaminación de fondo y al material doméstico, por razones atribuibles al material dental y no a factores aleatorios o ajenos a dicho material.

FIGURA 10. Material dental sobre la ventana de muestreo del contador Geiger-Müller.
FIGURA 11. Material doméstico sobre la ventana de muestreo del contador Geiger-Müller.

El nivel de radiactividad del insumo dental si bien resultó ser superior estadísticamente hablando, no es tan elevado como aquel que dañaría seria y evidentemente a una persona en cosa de horas o pocos días, sino más bien de aquel tipo que podría actuar insidiosa y lentamente minando algún aspecto de nuestra salud, por ejemplo, el sistema inmune.

El Dr. Jerome comenta en su libro del año 2000, que los relojes con señalética horaria luminosa radiactiva han sido prohibidos en su país, pero parece que estuviese bien poner radiactividad en nuestros dientes.

Es posible encontrar material radiactivo en las porcelanas usadas como carillas o en dientes postizos de manera de hacerlos brillar con un blanco reluciente, pero también pueden ser encontrados en las amalgamas. La Dra. Hulda Clark (2007) dispuso material dental variado proveniente de tapaduras de amalgamas, coronas y otros, sobre un contador Geiger-Müller y obtuvo una diferencia aún mayor que la recién informada: 79 cuentas por minuto para el material dental versus 46,7 para la contaminación de fondo. De acuerdo a sus antecedentes, Clark (2007) ha encontrado que la mitad de las amalgamas tienen uranio, el cual, “empobrecido” o no, sigue siendo uranio y por ende desintegrándose en nuevas partículas radiactivas como el polonio con sus dañinas partículas alfa.

Sin embargo, no sólo las porcelanas y las amalgamas son susceptibles de poseer metales radiactivos y de otro tipo en sus formulaciones, también muchas resinas compuestas (composites) los tienen, y forma parte de la fórmula para la fabricación del material porque de esta manera pueden ser visualizadas en las imágenes por rayos X, comenta el Dr. Jerome (2000). Ulf Bengtsson (2000), citado por Jerome op cit (2000) y revisado por el autor de estas líneas, señala que entre los metales contenidos en los composites están el uranio, torio, plomo, mercurio, bario, bismuto y zirconio. Vaya cóctel.

La única manera de estar seguro que los composites no contienen metales radiactivos es cuando no brillan en los rayos X y por lo tanto no se visualizan en aquel examen imagenológico. Cinco odontólogos ubicados en diferentes ciudades del país fueron consultados por los aspectos señalados en este capítulo sobre odontología holística, y es posible decir que no suelen ser considerados por el grueso de la odontología.

Hacia el año 2000 el Dr. Jerome mencionaba la marca de resina compuesta Visiofil como libre de metales porque las imágenes en rayos X no mostraban las obturaciones, sin embargo, con el tiempo las cosas y marcas pueden cambiar. Información actualizada acerca de los materiales usados por el Dr. Frank Jerome en su práctica cotidiana en la ciudad de Columbus (IN), EE.UU., incluyen: 

  • Helio Progress de Ivolcar Vivadent.
  • LAVA Crowns de 3M ESPE
  • Solo plus de Kerr

Las hojas de seguridad (MSDS) de los materiales, en donde se detallan las sustancias o elementos que contienen, pueden ser visualizados en las páginas web de los respectivos proveedores.

El uso de material radiactivo puede contribuir a tener una sonrisa brillante. Frente al asunto en cuestión el Dr. Frank Jerome op cit (2000), se permite cierto sarcasmo en su libro Tooth Truth: “lo lamento, tu marido ha muerto, pero tenía unos dientes de maravilla, ¿no es así?”

REFERENCIAS

1. Frank Jerome (DDS). 2000. “Tooth Truth”. New Century Press.

2. Hulda Clark (Ph.D.). 2007. “La cura y prevención de todos los cánceres”. New Century Press.

3. Ulf Bengtsson. 2000. “Radioactive Dentistry!  Is There a Renewed Trend of Radioactive Compounds in Dental Materials?” Bio-Probe Newsletter, Volume 16, March 2000, Issue 2. 

GLOSARIO

MD = Medical Doctor = Doctor en Medicina = Médico-cirujano

DDS = Doctor of Dental Surgery = Doctor en Cirugía Dental = Cirujano dentista u odontólogo

JD = Juris Doctor = Doctor en Jurisprudencia = Abogado

Ph.D. = Philosophy Doctor = Doctor en Filosofía = Doctorado (posgrado) en alguna rama de la ciencia

MSDS = Material Safety Data Sheet = Ficha de seguridad del producto en cuanto a los materiales que contiene.

op cit = opere citato = citado anteriormente