Dimensión Espiritual
“Quieres conocer tu pasado, mira tu presente. Quieres conocer tu futuro, mira tu presente”
Buda
El médico psiquiatra estadounidense Brian Weiss, diría: “no somos humanos viviendo una experiencia espiritual, sino que seres espirituales viviendo una experiencia terrenal”.
Weiss, conocido internacionalmente por su don para llevar a sus pacientes a visualizar sus vidas pasadas mediante terapia de regresión bajo hipnosis, ha escrito varios libros contando las experiencias de otros tiempos que le han transmitido sus innumerables pacientes bajo estado hipnótico. En uno de esos libros, “Muchos Cuerpos, Una Misma Alma”, el autor cuenta sus experiencias, o mejor dicho la de sus pacientes, cuando en un momento de su carrera, ya afiatado en la aplicación de la terapia de regresión a vidas pasadas, se le ocurre intentar llevar al futuro a sus pacientes luego de haber visto los sucesos de vidas anteriores que están moldeando su mundo en la actualidad.
Uno de ellos, un acaudalado señor que padecía un miedo patológico a la muerte, pudo ver como en el pasado, hace muchos siglos, era comandante de una legión de hombres que sembró la muerte y vejaciones en varias comarcas. A medida que envejeció, se puso temeroso y muy cuidadoso, no dejando quizá alternativas al Universo para que en aquella misma vida pagase por sus pecados. En una vida posterior en Londres siendo un insensible hombre que vivía cómodamente, se ve atrapado en su propia casa cuando se desencadena el gran incendio de Londres de 1666, el cual devastó la ciudad durante cuatro días envuelta en llamas. El hombre, bajo transe hipnótico, contaba al Dr. Weiss como pudo sentir el horrendo dolor mientras el fuego lo quemaba por completo hasta morir. Una muerte espantosa, a lo que el autor señala: “en aquella vida había pagado por las atrocidades cometidas en otra. Es la ley del karma en acción.”
Luego, la conciencia del paciente fue llevada al futuro en manos del hábil terapeuta, y éste pudo ver diferentes futuros posibles dependiendo de las decisiones y acciones realizadas en la actualidad. Una posibilidad es que la deuda no haya sido saldada por completo, habían sido muchos los dañados en otros tiempos, demasiado el dolor; o es posible también que su trastorno emocional le estuviese indicando la necesidad de aprender una nueva lección, la de ayudar a otros. Es decir, no basta con no hacer daño. Se abrían ante él futuras vidas, algunas buenas y apacibles y otras no, dependiendo de cómo decidiera vivir el resto de su actual vida. Muchos otros casos son expuestos por el profesional en este libro, pero la ley del karma, como la llama él, no aparece en todos los ejemplos, a veces son aprendizajes propios que no necesariamente tienen que ver con haber provocado daño a otros.
Hoy en día hemos creado una sociedad en donde facilitamos mucho más que en el pasado el desarrollo del cáncer y otras serias patologías. Basta con ver las estadísticas para apreciar la elevada incidencia de esta enfermedad. Pero, ¿por qué le da a unos y no a otros. Será sólo suerte?
El sumo sacerdote egipcio Imhotep (2690-2610 a.C.), llamado El Tres Veces Grande (Hermes Trismegisto) por los griegos, diría en el Kybalion, “Causa y Efecto – Efecto y Causa”, enunciando que nada es azaroso en el Universo, porque por lo demás, si así fuese, se destruiría.
Esto no quiere decir que las enfermedades no tengan entonces un origen que podamos descubrir en las diferentes ramas de la ciencia, de hecho sí la tienen aunque algunas están a la espera de que ello suceda. Aquí estamos hablando de la dimensión espiritual en la cual está inmersa la existencia, y por ende, cómo a través de nuestras acciones tejemos la realidad que nos espera, aquella bordada con una fina inteligencia de la cual no somos conscientes.
¿Pero acaso, todas las serias enfermedades como aquellas que amenazan la vida con un preámbulo de dolor, se deben a graves errores de otras vidas? No necesariamente. Se puede haber tomado una errada decisión hace muchos años atrás motivado por los sentimientos del momento y en la actualidad ser diagnosticado con una grave patología. De ahí que entre más joven la persona, más probable será que sus deudas provengan de otras vidas y viceversa. Pero hay excepciones. Si una persona lleva mucho tiempo fumando y de pronto le diagnostican cáncer de pulmón, lo más probable es que su enfermedad se deba a ese simple hecho. Es lo que en términos binarios llamaríamos karma, es decir, no el sentido literal de la palabra en sánscrito, sino aquel otro significado que emana al desglosar las palabras en sanscrito en sus diferentes ideogramas o ideas. Veamos por un momento qué significa esto.
Hacia el año 2002, los científicos quedaron consternados al descubrir que el sánscrito es un idioma binario, es decir, además del significado corriente que cada palabra tiene, hay otro distinto, que emana al desglosar cada palabra en sus diferentes componentes. Por cierto, el asombro de los investigadores no provino por el descubrimiento en sí, sino por el hecho que no existe en la actualidad conocimiento ni tecnología capaz de crear un idioma binario, y por lo demás el sánscrito es una lengua muy antigua de la cual no se conocen muy bien sus raíces. Pero eso, es harina de otro costal. Volvamos al punto.
La palabra karma se desglosa en tres ideogramas: Ka – Gheir – Ma. Esto es así porque la palabra karma es en realidad o se pronuncia KA-JR-MA, y ese fonema “JR” puesto en la palabra en términos de pronunciación, equivale a Gheir. Entonces, el primer componente, Ka, quiere decir Kali, una diosa hinduista. Esto le da el significado “Dios” al primer ideograma Ka. Por su parte Gheir, representa un especie de gran anillo que los reyes usaban en la antigüedad y que utilizaban para golpear la mesa en el momento de sentenciar alguna decisión, como si fuese el martillo que los jueces usan en la actualidad para cerrar un caso. Su significado es “Edicto” o “Mandato”. Y por último, el ideograma Ma, quiere decir “Camino”. En este caso el significado binario de obtiene al unir los tres componentes de atrás hacia adelante: Camino – Mandato – Dios ¿Ya lo tiene? “EL CAMINO MANDATADO POR DIOS”. Significa que en la palabra en sánscrito karma, está oculto el significado en relación con que la tarea o la misión en la vida realmente existe. Esto también debe ser entendido como las leyes o preceptos implícitos que rigen la vida cada vez que un alma encarna en el plano terrenal, cuidar el cuerpo y no dañarlo, por ejemplo. Entonces, visto desde el significado binario de la palabra, karma no tiene nada que ver con la deuda o mochila que cada quien carga por sus propias decisiones. En el sentido binario, es la palabra Dharma la que refleja la deuda con la que cargamos. Veamos. Dharma se desglosa en sólo dos componentes: Dhar y Ma. La primera quiere decir “Pagar” y la segunda como ya vimos, significa “Camino”. Entonces el significado binario de Dharma es “PAGAR EL CAMINO”, vale decir, transitar por una senda en donde se deberá pagar por los errores cometidos
Así, en donde hay un dharma hay un karma, en donde hay una deuda que saldar hay un camino que recorrer para saldarlo o viceversa. Es la ley de causa y efecto de Imhotep, la ley del karma en acción mencionada por el Dr. Brian Weiss, o la cita “Dios no juega a los dados” de Albert Einstein.
¿Entonces no hay nada que hacer si ya nos equivocamos? Sí se puede, pero requiere trabajo, tomar consciencia, y todo ello suele tomar tiempo, lo que significa paciencia. En resumidas cuentas, es posible negociar con Dios, el Creador, la Presencia, Universo, Madre Naturaleza, Campo Cuántico, La Divina Unidad como lo llamarían los aborígenes australianos autodenominados Los Auténticos Hombres de la Divina Unidad, o simplemente Lo Que Es. Realmente no tiene nombre, o no le importa mucho como lo llames, lo que verdaderamente importa son nuestras acciones tendientes a no hacer daño y por otro lado a ayudar. Brian Weiss lo ha dicho después de los muchos años de experiencia expiando los aprendizajes de las almas de sus pacientes. El mensaje es siempre el mismo y llega de las más variadas formas: AMOR.
Aquí estamos hablando de la posibilidad que se nos pone por delante para evolucionar, entender el daño producido y saldarlo. Alguien inconsciente que padezca y muera, habrá saldado la deuda, ¿pero acaso habrá aprendido la lección?
En una fracción de segundo decides jalar el gatillo o tomar una decisión que afectará a muchos, pero la decisión de curarse, realmente sanarse, no pasa sólo por dejar atrás las células malignas con algún tipo de terapia por novedosa y efectiva que pueda parecer. La verdadera curación también tiene que ver con la dimensión espiritual.
Cuando incorporamos el concepto que subyace a la enfermedad, varias cosas pueden pasar. Podemos dejar atrás nuestro cáncer con una adecuada terapia, sin haber entendido su causa u origen en el plano espiritual, y por tanto retomar una vida en donde la ignorancia juega un rol y por lo tanto no hacemos un camino de reparación. En este caso la deuda sigue intacta, nuestra alma lo sabe, y si aún hay suficiente tiempo por delante, es posible que el destino le tenga deparado un nuevo evento a aquel ex-paciente, o que quede para una próxima vida.
Alguien puede partir antes de tiempo producto de su dolencia pero antes de ello puede haber tomado consciencia de la acción cometida y haberse arrepentido. Su alma registrará aquello y en una próxima vida quizá la persona tendrá un atisbo de consciencia que le impida apretar el gatillo. El Universo nos suele poner en la misma situación una y otra vez hasta que aprendamos la lección. Más vale aprenderla rápido si pensamos en que es mucho más rápido como nos enfermamos que cómo nos vamos curando.
Puede ser que las personas afectadas por nuestro error aún estén entre nosotros, en cuyo caso la negociación va por la vía de la reparación en relación con ellos desde luego, y quizá aún con otros más, dependiendo de la gravedad del asunto.
Si el alma afectada ya no está entre nosotros, el camino de ayuda a otros es la respuesta, aprovechando las habilidades, condición física, edad, situación socioeconómica, etc., de cada uno. El Creador sabrá ponderar los esfuerzos de cada quien, si bien cada persona debe reflexionar si está quedando corta. Si se lleva una vida holgada y tenemos buena cognición entre otros atributos, y hacemos un acto de bien como donar todos los meses un dinerillo a una fundación de beneficencia, ¿estará a la par con lo que de otra manera debiese haber sido dolor y muerte antes de tiempo?
Hace varios meses un conocido humorista chileno enfermo de cáncer profusamente extendido en su cuerpo contaba muy alegre en un programa de televisión como su enfermedad había reversado a niveles increíbles sin haberse sometido nunca a ningún procedimiento químico ni radiológico. Él atribuía su sorprendente mejoría a una planta con propiedades medicinales, y si bien hay potencia en muchas plantas que pueden ayudarnos con nuestras enfermedades, en ningún momento el protagonista reparó en que llevaba ya tiempo haciendo charlas y viajando para tales efectos transmitiendo un mensaje de positivismo, alegría y buenas vibras a pesar de su enfermedad y de habérsele anunciado el inevitable desenlace fatal.
La cita del médico griego Hipócrates hace sentido: “si alguien desea una buena salud, primero debe preguntarse si está listo para eliminar las razones de su enfermedad. Sólo entonces es posible ayudarlo”.
Habrá mentes que lucharán contra este conocimiento que es tan antiguo como el Universo mismo. Al parecer a través del tiempo unos pocos se han permitido decidir lo que muchos deban o no recibir como conocimiento. Cuenta Brian Weiss en uno de sus libros a propósito de un curso sobre religiones comparadas que tomó en el primer año en la Universidad de Columbia, EE.UU.:
“Había, ciertamente, referencias a la re-encarnación en el Antiguo y Nuevo Testamento. En el año 325 d. C., el emperador romano Constantino el Grande, junto con Helena su madre, había eliminado las referencias a la reencarnación contenidas en el nuevo testamento. El segundo Concilio de Constantinopla, reunido en el 553, confirmó ese acto y declaró herética la idea de la reencarnación. Al parecer, consideraban que este concepto debilitaría el creciente poder de la Iglesia, al conceder a los seres humanos demasiado tiempo para buscar la salvación. Sin embargo, las referencias originarias habían existido; los primeros padres de la Iglesia aceptaban el concepto de la reencarnación. Los primitivos gnósticos, Clemente de Alejandría, Orígenes, San Jerónimo y muchos otros, estaban convencidos de haber vivido anteriormente y de que volverían a hacerlo”.
El autor de esta líneas, el antes mencionado médico psiquiatra Brian Weiss, cuenta en sus libros que le tomó cuatro años armarse de valor para publicar su primer libro sobre un tema que sonaría controversial para algunos, y por lo tanto, pensaba él, corría el riesgo de echar por la borda una fructífera carrera apegada a la ortodoxia y al método científico. En su primer texto, el Dr. Weiss cuenta como pudo ayudar a su paciente Katherine con un severo cuadro psiquiátrico, descubriendo casualmente y luego usando en ella la terapia de regresión a vidas pasadas, cuando todos los protocolos farmacológicos no dieron resultados.
La decisión de unos pocos de extirpar ciertos conocimientos universales como la reencarnación no alcanzó nunca al budismo, quien tiene en el renacimiento (reencarnación) uno de sus grandes saberes. Las reencarnaciones se repetirán una y otra vez hasta que hayamos aprendido todas nuestras lecciones; llegado ese momento, habremos escapado a la Rueda del Samsara (ciclos de nacimientos, muertes y renacimientos).
Hoy en día es posible encontrar valiosos textos budistas traducidos al castellano, como por ejemplo, desde la web bosquetheravada.org. La idea de un mayor conocimiento es nutrir la mente y permitir su apertura, y no encasillar a una persona en un determinado credo o religión, aunque desde luego eso es una decisión personal, que en sí, no es ni buena ni mala, simplemente es, parafraseando la propia sabiduría budista. Por cierto, el Buda dijo: “no hagan de este conocimiento una religión [al parecer no le hicieron caso]. En otra cita dice: “Buda sólo es el que muestra el camino, no el que lo hace por ustedes”.
Es importante dejar atrás tanto desconocimiento, porque entre menos ignorancia haya, menos miedo habrá, y con menos miedo (y culpa podríamos agregar también) es más difícil quedar a merced de otros.
Anteriormente hablábamos de una excepción a la regla relativa a sufrir un cáncer o cualquier otra grave enfermedad, ¿pero será la única? No, hay otra también y proviene del médico internista alemán Ryke Geerd Hamer (1935-2017), quien fue denostado y encarcelado por 18 meses por difundir una notable verdad sobre la base de sus propias experiencias y observaciones.
En 1978, mientras se encontraba en la isla de Cavallo de soberanía francesa, junto a su esposa y único hijo, una bala disparada por el hijo del último rey de Italia, accidentalmente alcanzó al hijo del Dr. Hamer, cuyas heridas le provocaron la muerte tres meses más tarde.
Poco tiempo después el Dr. Hamer y su esposa desarrollaron cáncer, testicular y de mamas, respectivamente, de hecho la esposa de éste murió a raíz de ello en 1985.
El Dr. Hamer, quien nunca había sufrido algún problema de salud hasta ese entonces, se propuso reflexionar, observar e investigar si el fuerte fenómeno emocional sufrido podría tener alguna conexión con la enfermedad maligna.
Aprovechando el ejercicio de la profesión médica pudo entrevistar a decenas de mujeres con cáncer, y descubrió que todas ellas, sin excepción, habían experimentado algún tipo de intenso trauma emocional tal cual habían padecido él y su esposa frente a la traumática muerte de su hijo. Hamer dijo: “Era algo que difería profundamente de los conceptos sobre la enfermedad que prevalecían en aquel entonces y de ahí que cuando presenté lo descubierto a mis colegas recibiera un ultimátum: o renegaba de mis descubrimientos o dejaba la clínica de inmediato”.
Entre sus acabadas observaciones, el Dr. Hamer señalaba que el intenso conflicto emocional sin resolver puede provocar ciertas formaciones circulares y concéntricas en el cerebro que pueden ser vistas en las imágenes por tomografía computarizada. Dependiendo del lugar donde se manifiestan estas alteraciones, resulta el órgano que puede ser afectado con un cáncer u otra patología, toda vez que los distintos órganos son regulados autónamente en su funcionamiento por el cerebro.
Un fuerte shock emocional se transforma entonces en una manifestación biológica, o “conflicto biológico” como lo llamaría el Dr. Hamer. Es curioso por otra parte apreciar como los tumores del Dr. Hamer y su esposa se desarrollaron en órganos relacionados con la concepción y protección de un hijo.
El Dr. Hamer profundizó aún más en sus observaciones y señaló que las metástasis, respecto de las cuales se cree que son siembras celulares malignas a distancia, en realidad son, según sus postulados, nuevos conflictos emocionales sin resolver provocados por ejemplo, cuando a una persona se le informa que padece cáncer.
Muchos habrán podido reparar en sus años de vida que cuando nos enfrentamos a una situación estresante o agotamos nuestras energías sin darnos cuenta al sobrellevar de una manera desequilibrada ciertos aspectos en nuestra cotidianidad, nos enfermamos de las más diversas formas. A veces son resfríos que perduran por semanas, o una rebelde tos que dura dos meses o más antes de amainar. Pareciera que nuestro sistema inmune es bastante sensible al agotamiento de nuestras energías, y por otra parte, vaya que agotan los rollos emocionales cuando perduran en el tiempo y no somos capaces de soltar. Aquí también hay un karma en el sentido binario de la palabra. Por difícil que nos pueda parecer, debemos aprender a soltar por nuestro propio bien. Y tal cual las artes holísticas ponen por delante la prevención para minimizar tanto como sea posible llegar al punto de encontrarnos frente a alguna enfermedad, también en la línea emocional podemos prevenir si hacemos de lo cotidiano el desapego o des-aferramiento, así como también, tratar de anclar nuestra mente al máximo en el presente.
En uno de sus libros del ámbito consecución de objetivos de salud y de cualquier otro tipo mediante el enfoque mental y la meditación para remodelar el subconsciente, el autor Joe Dispenza (2012) explica el mecanismo fisiológico involucrado en las emociones limitantes, es decir, para que seamos capaces de sentir culpa, tristeza, amargura, odio, resentimiento, etc., se pone en marcha un intrincado mecanismo fisiológico en nuestro cuerpo, en donde participan unas sustancias químicas llamadas neutrotransmisores, neuropéptidos y hormonas. Todo este entramado fisiológico es desde luego dependiente de energía, y por ello, cuando el estrés emocional perdura en el tiempo también estaremos afectando el equilibrio energético en nuestro organismo, quizá robando dicha energía a otros sistemas que lo necesitan para funcionar. Por otro lado, el mismo autor señala que las últimas investigaciones han mostrado que el sistema inmunológico también crea neuropéptidos, lo cual resulta relevante de considerar si se asocia dichas sustancias a la fisiología mente-sentimientos, y como entonces el estrés emocional podría estar afectándonos de una manera más directa; la inmunológica. E incluso más, podríamos llegar a preguntarnos en qué grado la sola vibración de un sentimiento limitante podría llegar a alterar el patrón de funcionamiento y división de una célula y con ello un determinado tejido.
En la misma línea, la filántropa y escritora Louise Hay (1926-2017) cuenta su propio caso en uno de sus tantos libros, cuando en un momento determinado de su vida adulta desarrolla cáncer de vagina, lo cual ella atribuye al fuerte resentimiento y la ira que la acompañaban cotidianamente producto de haber sido maltratada física, mental y sexualmente cuando era niña.
Relata la autora: “Como cualquiera a quien acaban de decirle que tiene cáncer fui presa de un pánico total. Sin embargo, después de todo mi trabajo con los clientes, yo sabía que la curación mental funcionaba, y ahí se me ofreció la ocasión de demostrármelo a mí misma. Después de todo, yo había escrito un libro sobre los modelos mentales, y sabía que el cáncer es una enfermedad originada por un profundo resentimiento, contenido durante tanto tiempo que, literalmente, va devorando el cuerpo. Y yo me había negado a disolver la cólera y el resentimiento que, desde mi niñez albergaba contra ‘ellos’. No había tiempo que perder, tenía muchísimo trabajo por delante”.
Louise Hay apostó por liberarse de los modelos mentales que la mantenían atada a los fuertes sentimientos limitantes que alimentaban su enfermedad. No estuvo sola en ello, diferentes terapeutas ayudaron; incluso cambió radicalmente la dieta y limpió su colon. “Seis meses más tarde los médicos confirmaron lo que yo ya sabía”, dice, “no había ni rastro de cáncer en mi cuerpo”.
Dejo de lado el aspecto emocional para volver a reflexionar en el concepto de dharma respecto de si la persona que padece una seria patología es un adulto o es un niñito. Pues bien, si quien padece, por ejemplo, un cáncer, es un adulto, la responsabilidad de dicho efecto recae en la persona que lo padece, sea esta una causa dhármica o kármica. Sin embargo, cuando un serio accidente afecta a un niñito, como pudiese ser una grave quemadura con agua hirviendo, o vino al mundo con síndrome de Down, el error es de los padres. En este caso el niño es un alma evolucionada que escogió dicho camino de dolor para ayudar a sus padres a evolucionar. Muchas de estas almas no tenían obligación de volver a encarnar o no lo volverán a hacer porque estaban en su etapa final de evolución y aprendizajes. Es un honor tenerlos como hijos, podemos aprender mucho de ellos si somos conscientes. Lo más probable es que no nos volvamos a cruzar con su alma en nuestras próximas encarnaciones, como si lo haremos con otros miembros de nuestro círculo cercano.
Por otro lado, ignorar este conocimiento y no actuar de la manera correcta supone el acrecentamiento del dharma a niveles cada vez mayores. Mirar a nuestro alrededor nos permitirá suponer la vida que nos podría esperar sino entendemos. Es decisión de cada quien. Por eso el alma es inmortal, de manera de expiar todos los innumerables aprendizajes a través de los siglos y milenios. La velocidad se la debe imprimir cada uno. En el libro “Los milagros existen”, escrito junto a su hija, el Dr. Weiss expone el caso de una mujer que tiene un hijo afectado de un serio cuadro patológico incurable. “Me ha dado las alegrías y también las tristezas más grandes que un ser humano se podría imaginar”, cuenta la madre de aquel niño. Bajo hipnosis, la mujer viaja en el tiempo y logra ver una vida pasada situada en otro siglo, en donde era madre del mismo hijo en la actualidad, era su misma alma, y mientras se encontraban en una actividad lúdica al aire libre, en un momento de descuido el pequeño niño sube a un carruaje tirado por caballos desbocados y sufre un grave accidente. El niño murió poco rato después sin que la madre estuviese presente. Hoy, aquella misma alma, es su hijo nuevamente, pero su condición es distinta.
REFERENCIAS
1. Brian Weiss. 2004. “Muchas Vidas, Muchos Maestros”. Ediciones B, S.A.
2. Brian Weiss y Amy E. Weiss. 2014. “Los Milagros Existen”. B de Books.
3. Brian Weiss. 2005. “Muchos Cuerpos, Una Misma Alma”. Ediciones B, S.A.
4. Elizabeth Clare Prophet y Patricia R. Spadaro. 2013. “Conexiones con Otras Vidas. Trasciende tu pasado y transforma tu futuro”. Porcia Publishing Corp.
5. “Discurso sobre los frutos de la vida contemplativa”. Documento budista.
6. bosquetheravada.org
7. Deepak Chopra. 2008. “Buda”. Punto de Lectura.
8. Marlo Morgan. 2000. “Las Voces del Desierto”. Punto de Lectura.
9. Joe Dispenza. 2012. “Deja de ser tu, la mente crea la realidad”. Ediciones Urano S.A.
10. https://www.mundonuevo.cl/el-conflicto-emocional-detras-del-cancer-dr-hamer/?utm_source=Mundo+Nuevo&utm_campaign=d461e13cf5-EMAIL_CAMPAIGN_2018_12_27_12_58&utm_medium=email&utm_term=0_d71bad2382-d461e13cf5-18472321
11. Louise Hay. 2007. “Usted puede sanar su vida”. Books4pocket.
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